Actualizado el sábado, 2 septiembre, 2023
Ruta mujeres importantes de la historia de Sevilla
A lo largo de la historia la mujer ha tenido un papel significativo en la historia de Sevilla, aunque a veces esta contribución no ha sido reconocida ni destacada por la historiografía clásica. Ahora en el siglo XXI, volvemos a retomar estas antiguas historias de mujeres que dejaron huella en la historia para ponerlas en valor y darles el lugar que le corresponde.
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Vamos a repasar algunos nombres femeninos destacados en nuestra historia local.
Itimad
Comenzamos por Itimad, para ello debemos remontarnos a la época árabe de Sevilla, concretamente a los primeros reinos de Taifas en torno a los años (1069-1091) en el reinado de Al-Mu´támid. En esta época Sevilla tuvo un gran enriquecimiento cultural, y en este contexto vivía una muchacha esclava de un alfarero llamada Rumaikiyya.
El rey Al-Mu´támid pasaría a la historia entre otras cosas por ser un apasionado del arte y de la cultura que llegó a ser una de los más importantes poetas de su época y él fue quien paseando por las orillas del Guadalquivir, cuanta la leyenda, se enamoró de esta joven esclava bereber, llamada Rumaikiyya, en honor a su amo el alfarero Rumaicq. El rey quedó prendado de ella al instante y mando a los guardas que hablaran al alfarero para comprar su libertad, y así fue. Al poco tiempo, Al-Mu´támid se casó con ella.

Como reina, Itimad fue tan prudente y lista que se hizo perdonar su origen humilde. Además, tenía un talento literario que fue respetado en la corte de poetas, así como avanzadas ideas para los derechos de la mujer. Por ejemplo, permitió que las mujeres sevillanas se quitasen el velo del rostro, en contra de lo que prescribía la religión islámica.
Sin embargo, Itimad no era completamente feliz, y extrañaba la libertad de su infancia, cuando corría por los campos. En cierta ocasión, el rey descubrió a su esposa llorando en sus aposentos. Almutamid quiso saber cuál era el motivo de su llanto, e Itimad le contestó que ya no podía hacer lo que quería, ni siquiera pisar el barro para hacer adobes. Y habiendo escuchado sus lamentos, el rey despertó a Itimad diciéndole que ya podía bajar al patio, donde encontraría aquello que deseaba.
En efecto, el patio del Alcázar de Sevilla estaba cubierto de una espesa capa de barro muy parecido al que cuando ella era niña había pisado. Y cuando Itimad metió los pies en el barro, comprobó que estaba amasado con las más exquisitas especias y perfumes del reino, azúcar, canela, espliego, clavo, almizcle…
Más adelante la corte se trasladó a Córdoba tras haber conquistado Almutamid esta taifa. E Itimad supo estar a la altura de las circunstancias y lo hizo acompañando al rey en el destierro. De nuevo volvió a vivir en la miseria como cuando era la Romayquía de Triana, y para ganarse la vida, hilaba y tejía mientras tuvieron al rey preso.
Isabel la Católica
Y de la historia de una gran mujer pasamos a otra; Isabel la Católica, fue una de las mujeres más importantes de la historia de España sin duda. Reina de Castilla, junto a su marido el rey Fernando el católico fue una de las propulsoras del estado moderno en la península ibérica y de avanzar en el sistema político dejando atrás la época más medieval.
Además de su valía y su entereza en las decisiones de la corte fue una de las propulsoras en el descubrimiento del Nuevo Mundo, apoyando el proyecto de Cristóbal Colón y financiando su primer viaje.
Isabel es conocida por sus logros en la política, la religión y la cultura. Ella apoyó el descubrimiento de América por Cristóbal Colón y financió su primer viaje en 1492. También promovió la cultura y las artes
Fueron varias las estancias de la reina en la ciudad de Sevilla, por la importancia de la ciudad en la época, era un crisol de culturas, sobre todo debido a su puerto. Sabemos que en sus visitas se hospedó en los Reales Alcázares de Sevilla, cerca de la Catedral, donde tuvo a su primer hijo varón, que moriría a los 19 años y que fue bautizado en la Catedral de Sevilla que aún se estaba construyendo.
Y sabemos por documentos históricos que varias de sus estancias se debieron a la preparación y culminación de la guerra de Granada frente a los musulmanes que culminó la Reconquista y la expulsión del Islam de la península Ibérica.
Catalina de Ribera
Sin dejar muy lejos la época moderna pasamos ahora a otra protagonista; Catalina de Ribera. Esta bella mujer fue una noble andaluza de la casa de los Ribera, que fundó el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, y a la que también se le debe la construcción de la Casa de Pilatos y una amplia reforma del Palacio de las Dueñas, considerados las dos principales residencias nobiliarias la ciudad de Sevilla.
Una noble sevillana que vivió en el siglo XVI y fue conocida por su apoyo a la cultura y las artes.
En 1492 al quedar viuda, obtuvo una bula pontificia que le permitió fundar el Hospital de las Cinco Llagas, el primer hospital de mujeres de la ciudad, ubicado en la calle Santiago. Cuando falleció, su voluntad de ampliar su obra caritativa fue llevada a cabo por su hijo, que edificó el hospital, que funcionó como tal hasta 1982; y que hoy es sede del Parlamento de Andalucía.
María Padilla
A continuación, destacaremos un poco de la vida de María Padilla, nacida 1334, perteneciente a una noble familia castellana y que llegó a ser primero amante y luego esposa de Pedro I El Justiciero.
Se dice que María Padilla era una mujer de gran belleza y carisma, y que Pedro se enamoró profundamente de ella. A pesar de estar casado, Pedro tuvo varios hijos con María Padilla y la mantuvo como su amante durante muchos años.

Las huellas de esta noble mujer podemos verlas reflejadas en la literatura, y también en la arquitectura de los Reales Alcázares de Sevilla, su residencia oficial, dando nombre a unos afamados baños en el conjunto histórico sevillano. Debido a su cargo está enterrada en la capilla real de la catedral de la Catedral de Sevilla.
La figura de María Padilla ha sido objeto de muchas leyendas y mitos a lo largo de los siglos, pero su importancia histórica radica en su papel en la historia de Pedro el Cruel y en la dinastía de los Trastámara.
Luisa Roldán
Cambiamos de escenario y pasamos ahora a otra poderosa mujer; Luisa Roldán, apodada la Roldana. Nació en 1652 en Sevilla, y fue la primera escultora española que adquirió fama por su trabajo. Es una de las principales figuras de la escultura del Barroco en la Andalucía de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Su fama alcanzó mayor relieve desde que Antonio Palomino la reconoció como una escultora tan importante como su padre Pedro Roldán.
Es considerada una de las pocas mujeres artistas destacadas en la España del siglo XVII, y una de las primeras mujeres escultoras en Europa.
Se formó influida por su padre, en cuyo taller de Sevilla trabajó hasta su matrimonio en 1671. Y su escultura fue principalmente de temática religiosa, siguiendo las directrices del Concilio de Trento de humanizar el arte de las imágenes, para poner la religión más cercana al pueblo. Realizó esculturas de tamaño natural para procesiones, en madera, barro cocido con policromía y muchas de ellas de las llamadas «de candelero» o para vestir, con gran movimiento y expresividad, características del arte barroco.
En 1689, Luisa Roldán fue nombrada escultora oficial de la corte del rey Carlos II de España. Fue la primera mujer en recibir este cargo y trabajó en la realización de varios retratos en busto del monarca y de miembros de la familia real.

Después de una etapa de aprendizaje y primeras obras realizadas en Sevilla, en 1686 se trasladó a Cádiz para realizar diversos trabajos encargados por el cabildo municipal y el catedralicio. Después de dos años de estancia en esta capital andaluza viajó a Madrid, donde trabajó como escultora de cámara para los monarcas Carlos II y Felipe V hasta su fallecimiento. Por supuesto fue un hito en su época, dado que los demás artistas tuvieron que aceptar y admitir que Luisa Roldán valía tanto o más que ellos para trabajar el arte. Podemos ver obras suyas en Sevilla, mira nuestra ruta de Pedro Roldán y La Roldana en Sevilla.
María Coronel
De nuevo hacemos un viaje en el tiempo para pasar a María Fernández Coronel, más conocida como María Coronel. Era hija de Alfonso Fernández Coronel, alguacil mayor de Sevilla y señor de Aguilar, hombre muy importante en el consejo privado de Alfonso XI, y se casó con Juan de la Cerda, descendiente en línea directa de Fernando III el Santo.
En 1353 fue decapitado, por orden del rey Pedro, Alfonso Fernández Coronel que se había sublevado en contra de él en la lucha nobiliaria que se desencadenó. Unos años más tarde, en 1357, muere también Juan de la Cerda, perdiendo María Coronel todos sus bienes, confiscados por el rey y que no recuperaría hasta la llegada al trono de Enrique II.

Por esa época, se sitúa el suceso de la leyenda. Huyendo del acoso a que la tenía sometida el Rey Pedro I, buscó refugio primero en la ermita de San Blas, pero al no encontrarlo pasa después al convento de Santa Clara de Sevilla. Y finalmente, para librarse de su acoso, se arrojó trágicamente aceite hirviendo en la cara y en el pecho.
Con la llegada de Enrique II al trono, recuperó parte de sus bienes, y con lo que le donaron sus hermanas, Aldonza y Mayor, quiso fundar el monasterio de Santa Inés en la misma casa de sus padres, junto a la parroquia de San Pedro. La fundación tuvo lugar en 1376, en que ella donó las posesiones que tenía en Sevilla, Carmona y el Aljarafe, para la construcción y el sustento del monasterio. En su honor fue enterrada en medio del coro de la iglesia del monasterio y se la sigue venerando por toda Sevilla.
Carmen
Y terminamos con Carmen, se podría decir que fue una de las mujeres más populares y con más leyenda de Sevilla. Carmen fue una mujer bella, valiente y decidida que trabajó en la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla en el siglo XIX, en la que solo trabajaban mujeres y que fue conocida como la cigarrera.
Cuenta la leyenda que tal era su arte y su belleza al andar por las calles de Sevilla de camino a la fábrica, que un sargento del regimiento se enamoró de ella.
Gracias al sargento, evitó en una reyerta de la fábrica, que la detuvieran. Carmen, con su espíritu liberal, era una abanderada de los derechos de las trabajadoras y solía poner en aprieto a su amante.
Una mañana, un oficial del regimiento, al ver entrar a Carmen con sus andares, la piropea, ante la presencia de su amante, y este preso de celos, lo hiere con su espada provocándole una fuerte herida. Y por tal acto fue condenado a prisión.
Cuenta la leyenda, que Carmen le visitó mientras estuvo en prisión, y estuvo esperándole hasta que salió de la cárcel. Pero mientras que no salía de la cárcel Carmen volvió a enamorarse, esta vez de un torero, apodado Escamillo, llegando todo esto a los oídos del celoso de su amante.
Una tarde, en que Escamillo toreaba en la Maestranza, Carmen, acompañada de unas amigas fue a verlo torear, sin saber que detrás de ella se encontraba sentado su amante.

José, preso de los celos, cogió su espada, y se la clavó a la bella joven, que se desangró lentamente. Carmen herida por su primer amante, muere desangrada en la maestranza. Y su amante preso del arrepentimiento aclamó su responsabilidad.
Actualmente frente a la famosa plaza de toros de la maestranza de Sevilla donde según la leyenda Carmen perdió su vida, se encuentra un monumento dedicado a ella, obra de Sebastián Santos Rojas de 1973.
Se trata de un homenaje a Carmen, la cigarrera una gitana sevillana, cuya vida sirvió de inspiración para escribir la novela Carmen (1845), y que después sería llevada a la música en la Ópera Carmen, de Georges Bizet, estrenada en París, en 1875.
Todas estas historias nos hacen ver que siempre hubo una lucha interna y externa en las mujeres por proclamar sus derechos y su libertad sin importar la época, las condiciones en la que vivieran. Querían ser mucho más que mujeres florero, aunque ese fuese su papel predeterminado y poco a poco lo consiguieron.
Textos Cristina Velázquez
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